Parque de los venados

Fecha: 23 de diciembre 2006.
Hora: 2:30 P.M.


Harta de una oficina llena de problemas legales, decido dar una vuelta en el Parque de los Venados, del lado de División del Norte, esquina con Miguel Laurent.
Camino entre tantos árboles que me encantan(remítase a la segunda entrada de este blog).
Me enervó meter la mano a mi bolsillo y acordarme de que mis cigarrillos los había dejado en mi abrigo negro, el que pesa como 5kg y ese día no habría querido cargarlo, porque el clima de mi ciudad es algo gélido, pero no tanto para usar un abrigo como de alaskiano(¿cuál es el gentilicio de Alaska?).
Sigo caminando y veo el trenecito que lleva una bocina barata con canciones infantiles, en la esquina de División del Norte y Municipio Libre veo un puestecito de dulces.
"¡Ya la hice!". Me acerco y compro un cigarro... $2.50?... un cigarro en ese precio es caro, pero la necesidad es la necesidad. Lo prendo y camino en dirección a Vertiz, cruzando el hermoso parque que tantos recuerdos me trae.
Me siento en una banca vacía que da hacia los columpios y resbaladillas, veo jugar a los niños, y recuerdo cuando mi papá llevaba y rentábamos esos mega triciclo. Yo tendría unos 5 años, y mi hermano 4, éramos muy pequeños para pedalear, pero nos la pasábamos genial.
La nostalgia me llega, una nostalgia linda...de esa que no quisieras que terminara jamás. Cinco minutos y mi cigarrillo ya se había consumido, cuando un hombre de unos 45 años se me acercó. Llevaba lentes oscuros, pantalones cafés y chamarra beige.

-¿No eres muy pequeña para fumar?
-Sí, pero soy muy nerviosa...
-¿Cuántos años tienes?
-16...
-Eres muy joven, y qué coincidencia, yo tengo una hija de tu edad que se llama Alondra.
-Que padre!
-Sí, es el amor de mi vida, porque su madre murió cuando ella nació.

A estas alturas de la plática yo estaba medio incómoda por el hombre ese. Pero la historia se tornaba interesante así que decidí no alejarme.

-Que triste...lo siento.
-No lo sientas, no lo sabías. ¿y sabes? La historia de mi niña es muy triste, cuando ella nació el parto se complicó tanto que el médico me hizo decidir entre la vida de mi mujer y de la niña. Hablé con su madre...decidí a pesar de ella, salvarle la vida a mi esposa. La noche seguía y yo estaba sentado en un incómodo sillón.
-¿y qué pasó?
-Pues llegó el doctor y me dijo que había hecho hasta lo imposible, pero que mi mujer había fallecido y la niña había nacido ciega.
-Auch...pero no se ponga triste, tiene a su niña, y aunque no puede ver, sé que lo adora.
-Te equivocas...ves estos lentes? (se los quita). Los uso porque ahora el que no puede ver soy yo.
-No entiendo...
-No tienes porque hacerlo...el amor a mi hija, me hizo donarle mis córneas. Y ahora ella tiene unos hermosos ojos azules. No como su madre que los tenía negros...pero sí como yo.
-Que linda historia...
-No es historia mi niña, es mi vida, ¿y sabes? vivo feliz...

3:40 P.M.

-Eso es lo más importante señor... Muchas Felicidades, ya me tengo que ir. Que los años venideros sean mejores.
-Gracias, lo mismo te deseo...y ya no fumes...
-Lo consideraré...Hasta luego.

Y pensando me fui caminando hacia el monumento a Pancho Villa. Crucé División del Norte y llegué a esa tensadora oficina...

Pensando mucho en lo que dijo áquel hombre..y disfrutando uno de mis mayores placeres: Pisar hojas secas, que crujen deliciosamente...

En fin... ya me voy y FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!


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