1 de enero de 2008

Alma

Alma es una de las mejores amigas de mi mamá.
La conoció en la Facultad de Derecho, se hicieron muy buenas amigas, ella es bajita, tamaulipeca, blanca, muy simpática.
Mi mamá la dejó de ver cuando yo nací, y hace como 7 años, se encontraron en un crucero por el Metro Taxqueña. Ella trabajaba en el DIF, iba con Eva, su hija, que en ese entonces tendría como 14 o 15 años, además de ella, tiene otro hijo, Axel que ahora va en 3º de secundaria.
Intercambiaron teléfonos y quedaron en hablarse, resultó que no vivíamos a más de 5 minutos de ella, caminando se llegaba a su casa.
Desde ese día empezamos a ir muy seguido a su casa, sus hijos eran muy amables y simpáticos, iban en el Colegio Lestonnac, de monjas. Era una familia de dinero. Su esposo, trabajaba de contador y les iba muy bien. Hasta que Alma descubrió que su esposo, tenía dos hijas pequeñas con otra mujer.
Se divorciaron y ella cayó en depresión, la ayudamos en lo que pudimos a ella y a sus hijos, ofreciéndoles casa y comida cuando quisieran.
Dejé de saber de Alma hasta en septiembre pasado. Tenía cáncer de mama, en un estado no muy avanzado, pero aún así recibiría quimios y radioterapias.
Cuando mi mamá lo supo, se soltó a llorar, le dije que ahora solo nos quedaba ayudarla en lo que pudiéramos, ya que ella siempre nos había tendido la mano.
Hoy fuimos a su casa, la operaron el 19 de diciembre, no tiene cabello. Pero como toda una dama, nos recibió con los brazos abiertos a pesar de traer el tanque de oxígeno y una bolsa para drenar sangre a cuestas.
Llevaba un pantalón negro y una blusa blanca, una peluca con cabello castaño y corto.
Se veía muy bien, pero sus ojos reflejaban la tristeza que tenía, sus hijos aún la necesitan y sólo por ellos ha salido adelante, cuando llegamos, su casa olía como a hospital, sus hijos con una cara demacrada.
Estuvimos ahí hasta casi las 7:00pm, Axel y Eva nos ofrecieron de comer. La hice reír.
Y me acordé poco a poco de Samantha de Sex and the City.
El amor de los que te rodean te sacará adelante.
Ahora falta esperar que la operación haya resultado y que el cáncer no la haya invadido.
Este día, 1 de enero del 2008, lo recibo con una sonrisa, con el mayor aprendizaje.
No me deprimí, sino al contrario, me llené de una facultad inmensa de amar a mis seres más cercanos.